Si eres de las personas que sigue el refrán “no hagas hoy lo que puedes dejar para mañana” muy probablemente estés procrastinando. La palabra PROCRASTINAR es aún poco conocida en español; aunque está en el diccionario. Su equivalente en inglés “procrastinate” es comúnmente usada.

Procrastinar es el hábito de postergar actividades que deben atenderse, sustituyéndolas por otras actividades más agradables o que demanden menos esfuerzo.

Si una persona tiende a dejar las cosas para último minuto, le cuesta decidirse, suele llegar tarde o normalmente no logra terminar las cosas que ha planeado hacer, muy probablemente está sufriendo de “procrastinitis”.

Procrastinar es tan tentador como dañino ya que tiene efectos negativos en todos los aspectos de nuestra vida. En nuestra salud, autoestima, trabajo, desarrollo profesional, relaciones interpersonales, y en general, en nuestra calidad de vida.

Por un lado, estar permanentemente angustiados por no estar cumpliendo con nuestras responsabilidades o estar corriendo a último minuto para terminar con las tareas encomendadas, ello eleva significativamente nuestros niveles de ansiedad. La ansiedad genera estrés; factor que tiene efectos en nuestra presión arterial, digestión, defensas, articulaciones, capacidad de pensar, tolerancia, etc.

Por otro lado, procrastinar reduce nuestros resultados y la calidad de nuestro trabajo ya que un trabajo hecho a último minuto y bajo presión difícilmente logrará la calidad esperada. Pobres resultados afectan negativamente nuestro desempeño y nuestras oportunidades de desarrollo profesional; lo cual a su vez, va dañando nuestra economía y autoestima.

Asimismo, procrastinar afecta nuestras relaciones ya que las personas dejan de confiar en nosotros. Las personas que están cerca de alguien que tiende a procrastinar refieren sentir preocupación y frustración, y por ello tienden a alejarse.

Finalmente, las personas que tienden a procrastinar suelen ser conscientes de ello y a sentirse culpables y frustradas con ellas mismas. Esto genera cólera, depresión, baja autoestima, reduce la creatividad y la motivación, y con el tiempo va minando la capacidad de logro y calidad de vida. Ahora bien, es aún peor cuando la persona no es consciente de que está procrastinando. Estas personas tienden a culpar a todo y a todos a su alrededor porque las cosas “no salen como ellos o ellas desean”. Suelen tener muy mal carácter o ser eternas víctimas, así como, a vivir sintiéndose atrapadas entre la espada y la pared y sin ver la salida, pues realmente se han creído que la responsabilidad radica en otros.

Si crees que estás procrastinando ¡ánimo! La solución está en tus manos. Mientras antes ataques el problema más fácil será tomar las acciones correctivas para superarlo y ¡tomar las riendas de tu vida para llevarla a donde tú quieras!.

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